domingo, 16 de agosto de 2009

Postal desde Roma





¿Por qué no me teme este taxista?

No sabe que si cierro con fuerza los ojos

veo la primera capa de esta metrópoli.

Le pido que me lleve muy lejos y,

en su distancia, lo hace sin movernos.

Fundó la ciudad una loba y fundió

con su mirada todos los mapas.

Mi pelo erizado de norte

es la única ventana al cielo

para los habitantes.

Y aún así no entiendo

como no temen mi presencia

las ruinas perdidas

de esta ciudad sin nombre.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ay, Clara!!! Que esta mañana me he acordado de "De vuelta de Roma"! Te lo juro!

De qué me suena este poema... ;).

Muá!