¿Por qué no me teme este taxista?
No sabe que si cierro con fuerza los ojos
veo la primera capa de esta metrópoli.
Le pido que me lleve muy lejos y,
en su distancia, lo hace sin movernos.
Fundó la ciudad una loba y fundió
con su mirada todos los mapas.
Mi pelo erizado de norte
es la única ventana al cielo
para los habitantes.
Y aún así no entiendo
como no temen mi presencia
las ruinas perdidas
de esta ciudad sin nombre.
1 comentario:
Ay, Clara!!! Que esta mañana me he acordado de "De vuelta de Roma"! Te lo juro!
De qué me suena este poema... ;).
Muá!
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