lunes, 19 de julio de 2010

Porque la vida es un falso despertar






Los sueños de Helena


Aquella noche hacían cola los sueños, queriendo ser soñados, pero Helena no podía soñarlos a todos, no había manera. Uno de los sueños, desconocido, se recomendaba:

- Suéñeme, que le conviene. Suéñeme, que le va a gustar.

Hacían la cola unos cuantos sueños nuevos, jamás soñados, pero Helena reconocía el sueño bobo, que siempre volvía, ese pesado, y a otros sueños cómicos o sombríos que eran viejos conocidos de sus noches de mucho volar.



Los sueños olvidados


Helena soñó que se había dejado los sueños olvidados en una isla.

Claribel Alegría recogía los sueños, los ataba con una cinta y los guardaba bien guardados. Pero los niños de la casa descubrían el escondite y querían ponerse los sueños de Helena, y Claribel enojada les decía:

- Eso no se toca.

Entonces Claribel llamaba a Helena por teléfono y le preguntaba:

- ¿Qué hago con tus sueños?



El adiós de los sueños


Los sueños se marchaban de viaje. Helena iba hasta la estación del ferrocarril. Desde el andén, les decía adiós con un pañuelo.






Eduardo Galeano.

2 comentarios:

dani dijo...

cacofonía. mira lo que he leído hace poco: En el poema “A una persona dormida”, Silvina Ocampo “deplora que los sueños no se comuniquen e interpenetren. Olvida que los sueños compartidos ya existen: son la vigilia”, escribió Jorge Luis Borges.

Clara dijo...

Los delfines

Los delfines no juegan en las olas
como la gente cree.
Los delfines se duermen bajando hasta el fondo del mar.
¿Qué buscan? No sé.
Cuando tocan el fin del agua
despiertan bruscamente
y vuelen a subir porque el mar es muy profundo
y cuando suben ¿qué buscan? No sé.
Y ven el cielo y les vuelve a dar sueño
y vuelven a bajar dormidos,
y vuelven a tocar el fondo del mar
y se despiertan y vuelen a subir.
Así son nuestros sueños.



Silvina Ocampo