lunes, 1 de noviembre de 2010

De vuelta de Roma

Poemas entrañables del pasado. Echo de menos las cuatro manos.



1


Sucedió de vuelta de Roma
(aunque había vuelto más veces
sin nunca llegar a perderme
entre las letras de aquel nombre).
Quemarse la punta de la lengua
estuvo bien un tiempo,
salvada quedé de las brasas
y conseguí que su palabra
reducida quedara, a cenizas.
Pero los juegos no están permitidos
a la séptima Vírgen Vestal:
descuidé el fuego, que persiguió
mis pasos hasta confundirlos.
Ahora te llamo "silencio",
y te lo digo en voz muy bajita
para que no me descubras nunca.

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