domingo, 30 de noviembre de 2008

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Prometí aprenderme este baile y estoy en ello:







Ésto ya es otra historia:



4 comentarios:

Anónimo dijo...

sólo falta la canción... oh, cabaret, oh cabarettttt!!!

Campanilla

Albaka dijo...

:)

Lo prometido...

Besos

azzunena dijo...

pero si es Clara de Noche, la del jueves!!

Javier López Clemente dijo...

HOla
Copio y pego:


Bettie Page, modelo erótica

Leyenda en los años cincuenta, se convirtió en figura de culto

DIEGO A. MANRIQUE

EL PAÍS - Obituarios - 13-12-2008
Bettie Page, luminosa encarnación del erotismo prohibido de la década de los cincuenta, falleció el pasado jueves en un hospital de Los Ángeles. Page, de 85 años, estaba en tratamiento por una pulmonía cuando sufrió un ataque al corazón. De nombre verdadero Betty Mae Page, nació el 22 de abril de 1923 en Nashville. No había entonces música country en aquella ciudad de Tennessee, que era reconocida como el centro de la religiosidad fundamentalista sureña, un ambiente que marcaría a la joven Betty. Según ella, creció entre penalidades y abusos paternos.

En los años cuarenta, Betty soñaba con ser estrella del cine pero la realidad resultó más prosaica: ejerció de maestra y se casó con un soldado, del cual se divorciaría. Malvivía como actriz en Nueva York cuando, en 1950, llamó la atención de Jerry Tibbs, policía aficionado a la fotografía. De su mano entró en el sigiloso mundillo de los erotómanos.

Con su espléndida figura y su reconocible peinado, Betty se convirtió en la favorita de los aficionados que consumían semiclandestinas revistas para hombres y que encargaban sesiones fotográficas -y cortos cinematográficos- que reflejaran sus obsesiones, muchas veces relacionadas con los zapatos de tacón de aguja, las medias, los ligueros o los látigos. Los hermanos Irving y Paula Klaw encaminaron a Betty / Bettie hacia el sadomasoquismo suave entre mujeres mientras que otro fotógrafo, Bunny Yeager, se especializó en retratarla como reina de la jungla. Se trataba de material que se vendía bajo cuerda o por correo.

Como modelo, Page transmitía una inocencia, un deleite libre de culpabilidad. Alcanzó su máximo reconocimiento en 1955, cuando fue protagonista de las páginas centrales de Playboy. Sin embargo, ese mismo año fue convocada por un comité del Senado que investigaba la pornografía; no llegó a testificar pero se fue desencantando y en 1957 dejó el negocio.

A partir de ese momento, su vida está envuelta en misterios. Contamos con la verdad oficial establecida en su autobiografía Bettie Page: the life of a pin-up legend (1996), pero también hay un libro más descarnado, The real Bettie Page (1997), de Richard Foster, que serviría de base para el largometraje The notorious Bettie Page, dirigido por Mary Harron, la primera de varias películas sobre sus andanzas. Se sabe que se casó varias veces y que, arruinada, sufrió una crisis nerviosa.

Detenida por atacar a los dueños de su casa, fue internada en una institución mental. También se transformó en una cristiana renacida. Intentó viajar a África como misionera, pero su pasado resultó ser un inconveniente, aunque hay testimonios de una estancia proselitista en Angola. Encerrada en su mundo bíblico, Betty ignoraba que volvía a ser popular.

A partir de 1976, empezaron a publicarse libros que recopilaban sus famosas fotos; también se reeditaron sus cortos. Apareció en portadas de discos, camisetas y todo tipo de objetos. Su personaje inspiró a dibujantes de cómics y Quentin Tarantino se fijó en su estética para la Umma Thurman de Pulp fiction. Sus poses eran imitadas por las nuevas practicantes de los espectáculos burlesque.

A principios de los noventa, Bettie descubrió que era el centro de una notable industria e intentó -no siempre con éxito- cobrar royalties. Ocasionalmente concedió entrevistas, incluso en televisión, pero se negaba a aparecer con su imagen actual. Quería mantener el recuerdo de la sinuosa Bettie Page. Y deseaba distanciarse de la pornografía contemporánea: aseguraba que nunca apareció desnuda y que todo eran juegos con cuerdas y fustas. Fue, insistía, una mera modelo profesional que se desenvolvió en un campo especializado: "Era más divertido que estar ocho horas atada a una máquina de escribir".