miércoles, 24 de febrero de 2010

A veces, la vida te va mandando señales

y te das cuenta otra vez, que aquello de lo que estás escribiendo, ya lo han transcrito otros antes que tú. En ocasiones da mucha rabia, pero la mayoría de las veces provoca alivio universal.




INVOCACIÓN

Que no crezca jamás en mis entrañas
esa calma aparente llamada escepticismo.
Huya yo del resabio,
del cinismo,
de la imparcialidad de hombros encogidos.
Crea yo siempre en la vida
crea yo siempre
en las mil infinitas posibilidades.
Engáñenme los cantos de sirenas
tenga mi alma siempre un pellizco de ingenua.
Que nunca se parezca mi epidermis
a la piel de un paquidermo inconmovible,
helado.
Llore yo todavía
por sueños imposibles
por amores prohibidos
por fantasías de niña hechas añicos.
Huya yo del realismo encorsetado.
Consérvense en mis labios las canciones,
muchas y muy ruidosas y con muchos acordes.

Por si vinieran tiempos de silencio.


Raquel Lanseros


(De Diario de un destello, Ed. Rialp, Madrid, 2006)

3 comentarios:

Anónimo dijo...

buen poema. clara

¿me dejas robarte el titulo del post para un verso?

Abrazo

Javi

Clara dijo...

Claro, cógelo.


Un beso.

Anónimo dijo...

Quizá el silencio sea la otra cara de nuestra epidermis reversible, el magma amniótico que dormía bajo la ingenuidad, y que expuesto al expterior se endurece, y genera su propia flora y fauna.
Quizá bajo la crisálida de esta nueva capa sea inevitable que la mirada limpia se caiga como los dientes de leche, y los colmillos crezcan dolorosamente afilados. Quizá lo que viene luego es aprender a moverse con la dentadura enorme puesta, con el nuevo disfraz!!